Documentando mi experiencia durante un mes
Semana 1:
La primera noche me resultó extraña. Acostumbrada a dar vueltas en la cama, me sorprendió encontrar una posición cómoda con la almohada apoyando la zona lumbar. Por la mañana, la rigidez disminuía ligeramente, un cambio sutil pero prometedor.
Semana 2:
Incorporar la almohada a mi rutina nocturna se convirtió en algo natural. Noté una disminución de los dolores agudos y punzantes que solían asaltarme cada mañana. Tareas que se habían vuelto arduas, como atarme los zapatos o subir al coche, ahora eran menos abrumadoras.
Semana 3:
El dolor persistente que se había convertido en un compañero constante comenzó a disminuir. Me encontré interactuando más con mi familia, compartiendo risas que habían estado ausentes por tanto tiempo. La nube de desesperación comenzó a disiparse.
Semana 4:
Un mes después de usar la almohada OrthoDream, la transformación fue innegable. El dolor insoportable había disminuido a una incomodidad manejable. Empecé a retomar actividades que había abandonado: paseos matutinos, jugar con mis hijos e incluso consideré volver al trabajo.
Hacía siglos que no podía salir con mis hijos ni cargarlos . Mi marido estaba tan feliz de verme sonreír de nuevo. ¿Pero saben quién está aún más sorprendido?
Mis 2 hermanas mayores.
Se preguntan qué pasó para que finalmente saliera de casa. Así que decidí contarles el pequeño secreto.